Las necrópolis, al ser un recinto sagrado, no pueden extenderse sobre una gran superficie de terreno, por tanto, el número de tumbas suele ser elevado, superponiéndose en muchos casos enterramientos con el paso del tiempo, llegando en ocasiones hasta ocho superposiciones. Sin embargo, no siempre ocurría esto; por ejemplo, en la necrópolis del Castillejo de los Baños, las tumbas se desarrollaron en extensión y nunca una tumba sobre otra.
Monmentos previos a la incineración del cuerpo |
Éstas se acompañan del ajuar funerario, que suele estar compuesto por objetos personales del difunto, armamento si es un hombre, objetos domésticos como fusayolas, pesas de telar o abalorios varios si es mujer, y una representación de vasos cerámicos, incluyendo en ocasiones piezas importadas de origen griego. En algunos casos se introduce una urna cineraria, que alberga los restos óseos recuperados de la pira funeraria o parte de ellos, depositándose el resto de la masa ósea con el ajuar en la fosa. La urna suele estar fabricada en cerámica ibérica, aunque se han dado casos en los que el recipiente elegido es una crátera o un skyphos de cerámica ática. Los objetos del ajuar aparecen con frecuencia quemados, bien por haber sido arrojado al la pira o por haber estado en contacto con las brasas, aún incandescentes, que se arrojan en la fosa. Una vez depositadas las cenizas del difunto y las ofrendas correspondientes, se tapaba con tierra, barro y algunas piedras. En ocasiones podemos encontrar las tumbas selladas con una base rectangular de sillares donde se alzaba un pilar de piedras talladas donde se culminaba con una escultura de simbología animal o mitológica. Pero en Fortuna no se han encontrado monumentos de estas características (salvo caso de desaparición por expolio).
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