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miércoles, 29 de diciembre de 2010

Ritual Funerario

 La cultura ibérica, enterraba a sus muertos en las llamadas necrópolis (ciudades de los muertos). Se encontraban en las cercanías del emplazamiento. Se utilizaba el ritual de la cremación del cadáver, en el sentido de hacerle desaparecer por completo mediante la incineración; de esta manera, se obtendría la purificación del muerto tras haber pasado por el fuego.

Las necrópolis, al ser un recinto sagrado, no pueden extenderse sobre una gran superficie de terreno, por tanto, el número de tumbas suele ser elevado, superponiéndose en muchos casos enterramientos con el paso del tiempo, llegando en ocasiones  hasta ocho superposiciones. Sin embargo, no siempre ocurría esto; por ejemplo, en la necrópolis del Castillejo de los Baños, las tumbas se desarrollaron en extensión y  nunca una tumba sobre otra.

Monmentos previos a la incineración del cuerpo
 Las necrópolis solían establecerse en las proximidades del poblado, pero fuera del recinto amurallado. La gran cantidad de tumbas excavadas en poblados del Sudeste peninsular ha permitido a los investigadores conocer con exactitud el ritual funerario en el mundo ibérico. Los restos incinerados del difunto se introducían en una fosa (loculum), generalmente de tendencia rectangular, de un tamaño aproximado de 100/140 por 50/60 y unos 30/50 centímetros de profundidad, aunque las dimensiones, tanto como la forma, puedan variar  de forma considerable.
 
Éstas se acompañan del ajuar funerario, que suele estar compuesto por objetos personales del difunto, armamento si es un hombre, objetos domésticos como fusayolas, pesas de telar o abalorios varios si es mujer, y una representación de vasos cerámicos, incluyendo en ocasiones  piezas importadas de origen griego. En algunos casos  se introduce una urna cineraria, que alberga los restos óseos recuperados de la pira funeraria o parte de ellos, depositándose el resto de la masa ósea con el ajuar en la fosa. La urna suele estar fabricada en cerámica ibérica, aunque se han dado casos en los que el recipiente elegido es una crátera o un skyphos de cerámica ática. Los objetos del ajuar aparecen con frecuencia quemados, bien por haber sido arrojado al la pira o por haber estado en contacto con las brasas, aún incandescentes, que se arrojan en la fosa. Una vez depositadas las cenizas del difunto y las ofrendas correspondientes, se tapaba con tierra, barro y algunas piedras. En ocasiones podemos encontrar las tumbas selladas con una base rectangular de sillares donde se alzaba un pilar de piedras talladas donde se culminaba con una escultura de simbología animal o mitológica. Pero en Fortuna no se han encontrado monumentos de estas características (salvo caso de desaparición por expolio).

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