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domingo, 24 de marzo de 2013

Pregón Semana Santa 2013 Fortuna



Buenas noches,
Señor Párroco de Fortuna, Excelentísima Señora Alcaldesa de Fortuna y miembros de la Corporación Municipal; Presidente del Cabildo Superior de Cofradías de Fortuna y miembros del Cabildo de Cofradías. Fieles presentes, amigos cofrades, público en general.

Cuando me propusieron para ser la pregonera, mi reacción fue de perplejidad y asombro ¿y por qué no decirlo? angustia. Cómo tenía pendiente mi viaje a Jerusalén y recordaba que era por esos días me dije ¡Ya está!
-No puedo, lo siento. Estoy de viaje- Pero tenía que ser honrada conmigo misma, y dije: -Espera, voy a sacar el programa. Y efectivamente, me sobraban tres días. Luego por ahí, no.
Es por eso que acepté esta responsabilidad. Responsabilidad que no creo merecer y me llena de un profundo respeto, ya que nunca me he visto en una situación semejante. Avergonzada porque están ahí, escuchándome, cuando yo no puedo decirles nada que ya no sepan.

Sin embargo, el poder hablar de las cosas que amamos, es un privilegio, por el cual les doy las gracias de todo corazón.

Saben que no nací aquí. Mi lugar de nacimiento fue la tan maltratada últimamente, ciudad del Sol, Lorca. Hace de esto 80 años, y permitidme que les dé sólo unas pinceladas brevísimas, de sus desfiles Bíblicos Pasionales.

No es de extrañar encontarte por las calles de Lorca un Jueves ó Viernes Santo a  Nerón,  Salomón, la Reina de Saba ó a Nabucodosor , ordenando que los tres amigos de Daniel fueran arrojados a un horno de ardientes llamas por negarse a adorar a una estatua de oro. Pero Dios los salvó y andaban por el fuego sin quemarse. Ver desfilar esta bola de fuego nos impresionaba mucho a los más pequeños.

Y como telón de fondo los vivas a los pasos blanco y azul, los eternos rivales. Algo inconcebible para quienes se dejan caer estos días por Lorca. Es una locura colectiva que no se entiende si no se ha nacido allí. Aquí hay otra lorquina que dará fé de ello.

Sin embargo, en Fortuna llevo viviendo 37 años, y mis días si Dios no dispone otra cosa, acabarán aquí, porque si no por nacimiento, sí por adopción, mis raíces están aquí. Y eso es algo que se lleva dentro.

Ya al poco tiempo de vivir en Fortuna, tuve el presentimiento de que nunca nos moveríamos de aquí. Y así se lo hice saber al entonces alcalde, señor Cascales. Hasta tuvimos la suerte de que aquí nos naciera nuestro último hijo: un fortunero. Por tanto más ligada a Fortuna no puedo estar.

La Cofradía de San Juan preparando su paso
Y eso por no hablar de las aguas del Balneario, que a mí me encantan y que tanto contribuyen a mi buena salud. Cuando, con bastante frecuencia , me encuentro con personas mayores, que vienen de fuera, en la piscina, es curioso lo que siempre me dicen:  Usted venga yo en la época que venga, siempre la veo ¿ vive usted cerca? Oh, sí, les digo, aquí mismo, en Fortuna. -¡Qué suerte tiene usted!- me dicen. Sí, les digo, soy una afortunada por vivir en Fortuna.

Con toda humildad, quisiera ahora servir de voz a todos aquellos que viven estos días sin ponerse la túnica, pero compartiendo vuestra misma ilusión: son los procesionistas de las aceras, espectadores anónimos del paso de esas cofradías, de ese desfile bíblico puesto en la calle, que dan vivacidad al paso de las tallas, recordándonos los mismos que en su día fueron testigos de la historia más grande jamás contada.

Nosotros, mi familia, hemos pertenecido siempre – a excepción de algún nieto, que sí ha tomado parte activa en las cofradías y continúa – digo hemos pertenecido siempre a espectadores anónimos. Han sido muchos los años de ver las procesiones formarse y salir, desde nuestras ventanas, para después, una vez que habían salido, echar a correr – mi marido y yo, pues los hijos iban por libre – y quedarnos en cualquier esquina ó buscar, si era larga, algún sitio donde sentarnos, que generalmente era la puerta de Alonso y Carmina, si el itinerario de la procesión era ese.

Desde nuestras ventanas contemplábamos, emocionados ,como si de la primera vez se tratase, la salida de los pasos al son del himno nacional, que ya desde muy pequeño tarareaba nuestro nieto Carlos; los rostros de los cofrades: tersos, emocionados, cargados de ilusión y responsabilidad; procurando que todo salga perfecto y cuidando los detalles de última hora: se reparten báculos, se cambia esa bombilla fundida, se coloca el capuz de un compañero de fila, se ajusta la capa sobre la túnica, se cambian impresiones mientras los directivos imparten las últimas instrucciones para que todo salga perfectamente, rezumando las hermandades esa hermosa camaradería que existe entre ellas. ¡Cum frates! Pues eso significa la palabra Cofradia. Con el hermano. Con el hermano hacia Cristo, dispuestos a conmemorar la Pasión de Nuestro Señor.


Da gusto pasear por la iglesia y contemplar los tronos ya bien adornados, en medio de un trance de olores a flores e incienso. Fortuna durante estos días se viste de terciopelo, respira el aroma del incienso, siente el dolor ,la reencarnación de la Pasión de Cristo. Los balcones se engalanan con los paños de las cofradías.  Las calles de la villa permanecen espectadoras mudas de la pasión y de la grandeza del encuentro.
Virgen de la Esperanza durante la Procesión Infantil

Porque para el hombre de fé, la conmemoración de la Pasión de Cristo nos llena de gozo y de esperanza, pues recordamos el triunfo definitivo sobre el pecado, sobre el mal, sobre la muerte misma. Pues Cristo en la Cruz es faro que nunca se apaga, y que, el Hombre nada tiene ya que temer, pues cada gota de su preciosa sangre es promesa de Vida Eterna. Y es justo, viendo morir a Jesús, el más grande acontecimiento de la historia, como he dicho anteriormente – luego resucitará, como prueba de su Divinidad – cuando ya nadie puede sentirse solo. ¡Cristo en la Cruz está con él! Y esto da sentido a tu vida. Nunca una muerte dio tanta vida, ni un mensaje tan sencillo como el de –“No está aquí, ha resucitado” han cambiado tanto al mundo.

La historia de la Pasión la inauguran nuestros herederos, los que cuando nosotros no estemos, sean ellos los que continúen con la tradición. Los niños sacan por las calles del pueblo, los momentos previos a la Pasión, contados por tallas de gran belleza que lo único que tiene que envidiar a las de los grandes, es el tamaño.

Al día siguiente, Domingo de Ramos, un río anaranjado con verdes matices recorre Fortuna, evocando la entrada triunfal de Cristo a Nazaret. Una multitud, al oir que Jesús venía a Jerusalén, salió a su encuentro con ramos y palmas gritando: -¡Hosanna, Bendito sea el rey de Israel! Los mismos que después gritarán:¡Crucificalo! Y es que ¿seremos como las hojas de palma, que se doblan según les da el viento y olvidamos pronto nuestros compromisos?¡Qué diferentes son los ramos verdes y la cruz, las flores y las espinas! A quien antes tendían por alfombra sus propios vestidos, de allí a poco le desnudan…..Ser cristiano es llegar a vencer esa contradicción. A luchar contra las injusticias que impiden el avance de una sociedad más libre, más justa y más solidaria.
Por la tarde, Jesús, desde la “burrica” recorre la villa, bendiciendo a todos aquellos que se tropiezan en su camino. Al caer la tarde, el canto de un gallo nos adelanta el acontecimiento. Un Cristo cautivo asoma por el portón de la iglesia; es la Procesión del Arrepentimiento. La cara de San Pedro lo dice todo, ese  rostro encogido, mirando al cielo con las mejillas surcadas por lágrimas, mostrando su remordimiento por lo ocurrido. La Verónica, junto al Nazareno, contempla atónita la impresión de la cara de Cristo en el manto.
San Pedro Arrepentido en la procesión
 del Viernes Santo por la mañana

La noche del martes se vuelve púrpura, el Cristo del Rescate sale a la calle anunciando el trágico final del hijo de Dios. Maniatado y traicionado, va arrestado hacia el sumo Sacerdote, dónde será condenado por blasfemar. “Como cordero fue llevado al matadero!”(Isaías).

El miércoles la Pasión cobra protagonismo. Un Cristo amarrado a una columna sale a las calles de Fortuna. Con cada calle su rostro se altera, muestra su dolor por los latigazos y golpes que le proporcionan los sayones. Siguiéndole va su más fiel apóstol; San Juan. Su caprichosa postura nos hace creer que, en cualquier momento, va a hecha a andar. La Dolorosa en último lugar con un semblante desencajado por el trágico final de su hijo. Podríamos acabar esta noche del miércoles con una reflexiones muy oportunas de San Ambrosio, arzobispo de Milán sigloIV D.C.:”Intenta penetrar en el significado de la pobreza de Cristo si quieres ser rico. Intenta penetrar en el significado de su debilidad, si quieres tener salud. Intenta penetrar en el significado de su cruz, si no quieres experimentar confusión; en el significado de sus heridas, si quieres sanar las tuyas; en el significado de su muerte, si quieres disfrutar de la vida eterna; en el significado de su sepultura, si quieres encontrar la resurrección”.

Es Jueves Santo por la mañana y las calles del pueblo se inunda de una aroma a tradición y época pasadas. El “trigo pelao” es el plato estrella en este día, que reúne a la mesa a familiares y amigos. Nosotros agradecemos a la familia Carreras, que cada año nos invitaba a un plato; yo no se hacerlo.
Con la caída del sol y la bien entrada de la noche , todo cambia en las calles, es noche de recogimiento, de fervor y en Fortuna se siente el silencio. Un silencio únicamente roto por unos tambores, que acompañan al paso de los penitentes con la única iluminación del báculo. Y en ese silencio nos escuchamos y nos conocemos mejor a nosotros mismos. Ya lo dice el libro de los Proverbios: “Hasta el necio cuando calla, es tomado por sabio”.
Hoy es un día de dolor, de oscuridad. Un día que sería un triste día si no presagiáramos, en el horizonte, el blanco resplandor de la luz de la Pascua. No hay más mas pasos, sólo un anónimo Cristo Crucificado. Resulta  impactante el ver su sombra reflejada en la fachada de la  iglesia y contemplar su silueta descender por las calles de la villa, precedido por un río magenta.

Es viernes Santo, el día más nazareno de nuestra Semana Santa y donde desfilan casi íntegramente todas las cofradías.
Por la mañana, Fortuna despierta, la plaza de la Iglesia se convierte en un nazareno mosaico de colores y las calles del pueblo retroceden a la Jerusalén de hace dos milenios.
Precisamente he tenido la suerte de estar estos días en Tierra Santa. Pisar los lugares de la Primera Semana Santa. Los hechos de la vida de Jesús no son tan palpables en ningún sitio como allí. Con la Biblia en la mano, como nos aconsejaron ir, se siguen las huellas de Jesús, los lugares donde Él predicó, por los que caminó y oró. Puede decirse que se pisa el suelo de la Biblia y esto a ningún creyente puede dejar indiferente.
Es acompañar a Jesús camino de su destino. Un destino clavado en un madero.
Pero la gente de Viernes santo no es solamente los que acompañamos a este Cristo. La gente del Viernes Santo es la gente que en el mundo llora, la que sufre, la que pasa hambre, la que no tiene trabajo, la marginada….
Aquí  procesional pasos nuevos como el Nazareno, que marcha bajo un tupido camino de claveles rojos. También procesional la Caridad,  que nos hace  pensar en cómo una escena tan demoledora, puede transmitir, a la vez, tanta dulzura.
¡Qué difícil tuvo que ser para María se fiel a ese fiat: “He aquí la esclava del Señor. Hágase en mí según tu palabra” (Lucas I, 38)
¡Qué momentos más duros y confusos tuvieron que ser aquellos en los que parecía que la muerte se burlaba del propio Dios!
Jesús Yacente en la Procesión del Santo Entierro

Por la noche las cofradías se prepara para narrarnos los últimos instantes de la vida Cristo. El color de la noche presagia el dolor del Santo Entierro: dolor negro y enlutado. Una solitaria cruz, con los elementos de la pasión abre el desfile procesional. La Caridad avanza acompañada de las velas de sus penitentes. El paso protagonista es la imagen del Santísimo Cristo Yacente, conocido como “La Cama”.
Un Cristo yacente desfila entronizado en un lecho digno de reyes. Su madre le sigue vestida de un negro luto acompañada de María Magdalena y los más fieles discípulos de Jesús. Todos estuvieron con Él hasta el final. María fue un ejemplo de entrega. Todos caminan hacia un mismo punto; la Ermita de San Antón, donde escoltada por miembros de la policía local y de la guardia civil y acompañada de las típicas “Manolas”, depositarán el cuerpo.

El sábado es una jornada de espera, hasta que por la noche las carretillas pregonan al grito de “Viva el niño resucitado” el milagro del hijo de Dios.

Un repicar de campanas despierta al Pueblo, y Fortuna se viste con sus mejores galas. Los pasos suben al sepulcro para contemplar lo sucedido. Una vez arriba la espera se hace intensa hasta que un velo de palomas blancas acompañan la salida del Resucitado. María ante la alegría del acontecimiento cambia sus vestimentas de luto por otras más alegres.  El Resucitado va acompañado de nazarenos vestidos de blanco, símbolo de pureza. Custodian a un demonio encadenado; el mal ha sido vencido. Los pasos descienden por Fortuna anunciando la resurrección y bailando al son de alegres melodías.
Una vez en la puerta de la Iglesia, se realiza la Ceremonia de la Bandera, en la que distintos abanderados la hacen girar liándola y desliándola ofreciendo pleitesía a las imágenes que participan en el cortejo.

Han desfilado decenas de nazarenos, nazarenos que han portado sobres su hombros la cruz de Cristo, sufridos estantes de las más bellas escenas de la pasión. Nazarenos que han repartido alegría a los niños, nazarenos que han policromado las calles de la villa, nazarenos que ha continuado con la tradición pasada de padres a hijos a lo largo de numeras generaciones. Durante siete días el arte y la tradición inunda las calles. Fortuna es Nazarena.

Jesús Resucitado
Con posterioridad a las procesiones se celebran los días de mona, en los que la gente se reúnen en los cortijos en torno a la Cueva Negra, celebrando una tradición que se remonta a los primero pobladores del pueblo.

Ahora solo queda que cada uno de nosotros viva en su interior la Semana Santa. Que nuestros corazones, vestidos con las túnicas de las hermandades, sean verdaderamente corazones de hermano, y vivamos conforme al ejemplo de Jesús, no hoy, ni mañana, sino durante todo el año.
Todos somos parte de esta Iglesia y las Cofradías, con su esfuerzo, contribuirán a su modo, a lograr que quizá alguien pueda ver más allá de unas simples figuras de madera y descubran, a través de ellas, a un Dios desde el que la vida puede cobrar más sentido, orientación y esperanza.
La resurrección es el sentido último, es lo que justifica todo.
Hoy el mundo y la humanidad pasan por crisis difíciles, pero la mayor crisis es la crisis de la fe en Dios. Hay una recesión espiritual. Por eso la Santísima Virgen en todas sus apariciones: Fátima, Lourdes, y otras advocaciones, nos recomienda la oración para salir del coma espiritual en el que el mundo se encuentra. Sin olvidar la Sagrada Eucaristía, pues en ningún otro sitio, Dios derrama tantas gracias como en la Eucaristía. Es donde tu alma encuentra substancialmente el cuerpo y la sangre de Dios: “El que come mi cuerpo y bebe mi sangre tiene vida en mí” dice el Señor.

Y emulando la ya histórica frase de nuestro querido Benedicto XVI el día de su despedida como Papa: “yo también me considero una peregrina en mi última etapa”.

Muchas gracias a todos por escucharme, y a mi nieto Juan por la ayuda que me ha prestado con los diferentes pasos.

GRACIAS


Ana María Martínez Ruiz, Pregonera de la Semana Santa de Fortuna 2013, 16 de Marzo de 2013 

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